Todo
un clásico, ¿quién no ha sobrevivido alguna vez a base de sándwiches?
Necesitamos
un par de rebanadas de pan de molde, mantequilla, queso (en lonchas
preferiblemente, pero no necesario), mortadela/jamón york/chorizo/jamón
serrano, tomate y un huevo.
Se
untan las rebanas de pan de molde por la parte de fuera, la que va a estar en
contacto con la sartén. En el interior ponemos las lonchas de queso, el
embutido elegido y también el tomate cortado bastante fino. Se puede añadir una
capa extra de queso por cada tapa del sándwich para que quede más sabroso.
Se
pone la sartén a calentar y se pone el sándwich encima. Cuando esté dorado por
un lado se le da la vuelta al gusto.
Si
se quiere se puede freír un huevo con anterioridad, y cuando el sándwich está
en su segunda vuelta se hace un círculo a la tapa de arriba, se introduce el
huevo y se le pone la “boina” con el círculo de pan sobrante.
No
es muy sano, pero te chupas los dedos.
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